Tú, arrimada a la juventud, indecisa y esperanzada, buscas mariposas en una alambrada. Has oído campanas en el pueblo vecino y crees que bajo tu traje de creyente, encontrarás pronto la respuesta en el ambiente. Las mariposas. Tu estómago. Una sensación mágica. Un beso del principe azul.

Mariposas etiquetadas y generalizadas como sensaciones objetivas. No pretandas sentir lo que otros sienten, siente lo que tú sientes y alégrate de sentir. Es algo que es mejor no compartir. Lejos de explicarte intentarás alcanzar esa estrella, que por traición y engaño, a juzgar de tus ojos, es alcanzable. La realidad está a años luz.
Las famosas cosquillas en el estómago al estar enamorado, en realidad, son reacciones gástricas. Producidas por el nerviosismo y la novedad. Tan volátiles e inseguras como el humo de un cigarro. Tan subjetivas y originales como tú. Y no lo digo yo, lo dice la ciencia. Esa señora tan estudiosa de cuestionable avanzada edad y muy pero que muy meticulosa. Buscarlas es fantasía. Encontrarlas, una invención.
Hoy mis mariposas estan con la prima Vera. Las tuyas, seguirán siendo mariposas de catálogo, aquellas que escritas en anécdotas, jamás tomarán vida.
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