sábado, 16 de abril de 2011

Perfección imperfecta.

Esperaba encontrarte de nuevo, pero ni siquiera estaba yo allí. Me escondía mentalmente, imaginaba la escena, dejaba que las cosas ocurrieran, y si algo fallaba volvía a empezar. De ese modo, imaginándolo, no podía errar. Era como vivir soñando.
Sin embargo sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarme a la realidad. Nuestra realidad. Esa que nos envolvía en dudas y nos distanciaba en silencios. Esa.

Tube la oportunidad un 20 de marzo, tocaban las cuatro de la tarde en el reloj y escuché de repente un sonido peculiar y conocido. Era el móvil. Atónito y descolocado por la sorpresa me dispuse a cogerlo, no sin antes preguntarme que iba a decir. Sabía que esa era la esperada ocasión, y todo debía ser perfecto, en claro imperativo. Tan perfecto deseaba que fuera que el telefóno dejó de sonar, pues la perfección no existe. Es tan relativa como el bien y el mal, pero de eso me di cuenta mucho mas tarde.
Dejé pasar los minutos, pensativo, buscando las palabras adecuadas para al menos acercarme a lo que podría llamar un buen momento. Aquello que de algun modo, para mí sería perfecto. Decidí llamar, y decepcionado, no obtuve respuesta. Una extraña sensación me envolvió. Tan ansiado momento convertido en una oportunidad desechada, y todo, por querer que fuera perfecto.

Mi sorpresa llegó dias mas tarde. Cuando supe que la llamada no podría llevarse a cabo ya nunca jamás. Quizá era su despedida y yo no pude atenderle. Por no haber contestado a la llamada, tomó un taxi que de camino a mi casa le llevó a perder la vida.
Ahora tan solo me queda el recuerdo de algo que jamás sucedió. El recuerdo de la duda, de buscar la perfección del momento y tropezar con su antónimo en su máxima exponéncia.
Tal vez por eso desde entonces las cosas han cambiado para mí. Supongo que si algún momento ha de ser perfecto, lo será. Mi cabeza ya no se tambalea imaginando las escenas antes de vivirlas, simplementes las vive.
Qué es las perfección como para tratar de encontrarla? No me pregunté lo esencial en su momento. No supe ver que lo que para mí podía ser perfecto para ella quizá no sería así. La perfección es tan relativa, tan subjetiva... Tanto es así que podría decir que la perfección nos unió, de igual forma que al final nos separó.
 
Para mi siempre fueron perfectos los silencios y para ella las dudas. Ella siempre decía que sin dudas no había respuestas. Yo, simplemente me quedé sin palabras. Fiel a mi perfección. Fiel a mis silencios.

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