Entre mares hay cielos. El tuyo y el mio son distintos. Las flores pintan dibujos que merecen ser descompuestos por otros seres liliputienses que no comparten nuestros gustos. Hay que ver, dos veces he tirado los dados y una sola he encontrado la solución. El blanco del gris, esa mezcla que no acabo de ver clara, me deja entrever que un minuto es una hora para quien se espera entre jardines de petúnias amargas y desechas. Viejos ataúdes de cristal. Viejas experiéncias de mármol. Sopla el viento y con un bastón sujeta la niebla. Ves que te decía? Devuélveme la vida.
Mira como sutílmente desprendo palabras y aparecen en tu mente, proceso de una sucesión de hechos mas o menos extraños y descompensados. Un gato rosa. Rituales del destino. Gofres amargos y solitarios con suerte no deseada. La muerte a la espera de la vida sin juego. Reglas sin pupitre. Una bata y un batín. Zapatillas de estar por casa con dibujos de un mago lerdo y eficaz pendiente de su guitarra. Un único camino repleto de zorras y marionetas danzando desnudas y pintadas con carmín bajo la llúvia y esperando ser rescatadas por un viejo mellado y con corbata de cuadros, tirantes y pelo en pecho. Sonrisa maligna. Deseos deseados y por desear. Sueños perdidos y por perder.
Carruajes. Tatuajes. Mariposas. Pimientos. Malditas horas muertas blandas y desagradecidas, oscuras y difuminadas. Cual es el revolver que voy a usar? Descéntrate. Vuelve a tu vida.
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