jueves, 9 de febrero de 2012

Eres un fracasado.

Y mientras pasan los días te das cuenta, muchas veces sin querer, de que la gente que te rodea alcanza sus objetivos en mayor o menor medida. Te das cuenta que han pasado los años y tras la regla de las 10.000 horas han logrado un acercamiento al dominio de su disciplina o simplemente han avanzado en buena dirección. Algunos llegan a la cima, otros se acercan. Pero tu... Tu te estancas, te amueblas en los vicios y en los placeres, en el vivir el día a día, en el sentir cada brisa por tu cara como una caricia, en el observar cada color y cada paisaje como un impresionante cuadro del impresionismo. Detalles, son solo detalles, o eso dicen.
Tienes mucho por delante y otro tanto por detrás. Te apasiona la vida, es un arte que has cultivado, pero a ojos de lo práctico eso no es un argumento válido. Te sigues preguntando donde está el punto que marca el fracaso en la línea de la vida, si tu vida está tan llena como un prado de verde en primavera. A la vez sientes que deberías hacer algo, por la presión del contexto en el que te encuentras, pero luego reflexionas.

En la vida puedes fallar, volver a fallar, volver a hacerlo, pero el fracaso solo vendrá expuesto en el global de tus días, cuando veas tu edad tan lejana como tus años de virilidad. Solo entonces podrás pretender dictarte sentencia a ti mismo y preguntarte con voz susurrante y débil si eres un fracasado. Pero ten en cuenta que para entonces, el fracaso ya no será importante, mas bien lo será la espera para llegar a formar parte del ciclo de la vida. El adiós definitivo.

Donde nace el fracaso, si aún todo está por empezar?

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