Porque cuando hablamos de precio, lo primero que nos viene a la cabeza es el valor monetario que le damos? Quizá el popular anuncio de Mastercard nos ha llegado con un concepto de precio equivocado, porque realmente, todo tiene un precio... o no?
"Un bolso D&G: 1314 euros. Una regadera: 5 euros. Un seat ibiza: 9.900 euros. Un traje: 110 euros. Un pack actimel de sabores (con L. Casei inmunitas): 3,22 euros. Un cubata en una discoteca: Un atraco a mano armada. Una hostia: Regalada. Una tarde con tus mejores amigos: Si tiene precio, estas ofuscado. Para todo lo demás: Búscate la vida."
Si tomamos como precio el esfuerzo, pérdida o sufrimiento que sirve de medio para conseguir algo, o que se presta y padece con ocasión de ello (gracias D.R.A.E.), vemos que no todo es verde, ni suena a calderilla.
Que una excursión al monte con tus amigos no tiene precio? Tiene el mismo precio que el pollo que me he engullido 3 horas antes para tener la energía y los santos huevos de subir colina arriba. El precio de mis bambas, que sin ellas no andaría por los inexpugnables montes, el precio de mi gasolina pues sin ella no habría llegado al destino o cualquier otro motivo que ha sido condicional para realizar esa acción. Su precio. Todo tiene un precio. Hasta el amor cobra de besos y el odio de traición. La alegría de la vida y la tristeza de emoción.
Que precio tienes tu?
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