Linda volvió a aparecer como cada año. Pero esta vez con lágrimas en los ojos y un tanto atormentada. Habia tratado de encontrarme al empezar el verano, tras un largo año sin contacto, y cuando por fin lo hizo, fué en un mal momento. De todos modos pude deducir tan solo verla que no duraría mucho su aspereza. Y así fué.
La temperatura era agradable, el cielo estaba despejado y escasas nubes surcaban el cielo arropando la luna. Puedo afirmar sin duda que todo era mágico. Linda era mágica. Todos los momentos a su lado quedan en el recuerdo. Estabamos cerca del mar, las olas se oían sin cesar, y la música sonaba cerca, proveniente un bar. Estabamos solos, ella y yo. Nada mas importaba en ese instante.
Sabía que lo nuestro no duraría mucho, era temporal. Pero tambien sabía que Linda siempre sería fiel a nuestro amor. Volveriamos a encontrarnos, viviriamos más momentos mágicos con gente nueva y seguiriamos juntos. Teniamos una vida por delante. Y un pasado por detrás. Finalmente me despojé de la idea de la despedida y seguí tiñiendo las noches de verano con un dulce sabor a mágia. Linda iba a estar hasta el final, Eterna. Y yo, con ella...
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